Las incrustaciones dentales son uno de los tratamientos a los que recurren los dentistas con mayor frecuencia. Esto se debe al gran beneficio que suponen: permiten salvar un diente que está deteriorado. Es decir, evitan que sufra una fractura y haya que extraerlo.
Una incrustación dental es un procedimiento que sirve para reconstruir un diente que está dañado y que, si no recibe el tratamiento adecuado, se puede perder.
Además, la incrustación dental permite evitar de manera relativamente sencilla y económica un problema futuro. En función de la gravedad de la fractura del diente, la única solución podría ser colocar un implante dental, que es un tratamiento mucho más complejo y caro.
Normalmente, las incrustaciones se realizan en las piezas dentales de la parte posterior de la boca (molares y premolares).
El proceso para realizar una incrustación dental es bastante rápido y sencillo. Estas restauraciones se hacen de manera personalizada y requieren dos visitas al dentista.
En la primera cita, se acondiciona el diente del paciente y se toman medidas de la pieza dental. Dichos registros se envían al laboratorio para que fabrique la incrustación.
En la segunda cita, el odontólogo prueba la incrustación en el diente del paciente. Si el encaje es el correcto, se coloca la incrustación en la pieza dental dañada.
Como hemos avanzado previamente, las incrustaciones se realizan en pacientes que tienen un molar o un premolar que ha perdido una parte importante de su estructura. Y que, por tanto, necesita ser reparado.
Dicho esto, es importante destacar que este tratamiento está indicado tanto en dientes endodonciados como en aquellos que no lo están.
El hecho de que una pieza dental haya perdido parte de su estructura puede deberse, principalmente, a dos causas:
Estudiamos el caso de cada paciente en sesiones clínicas diarias. Los especialistas se reúnen y consensúan el tratamiento más indicado para cada persona. En esta reunión, nuestro equipo decide si el paciente necesita una incrustación u otro tipo de restauración dental.
Antes de colocar la incrustación es necesario acondicionar previamente el diente que está dañado. De esa manera, se podrá ajustar la restauración adecuadamente.
Una vez acondicionado el diente, es necesario hacer una serie de pruebas, como tomar unos moldes de la boca. Así, la incrustación se fabricará a medida del paciente.
Se coloca la incrustación fabricada y se adhiere al diente con un cemento dental especial. Es decir, biocompatible.
Tan importante como realizar la incrustación adecuadamente es acudir al dentista entre una y dos veces al año para que haga una revisión. Así, comprobará que el tratamiento sigue cumpliendo con la función prevista.
La higiene diaria que el paciente lleva a cabo en su casa es fundamental. Y, para reforzar este proceso, se recomienda acudir al higienista al menos una vez al año para que realice una limpieza bucodental profesional.
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En nuestras clínicas, las incrustaciones requieren, solamente, dos visitas al dentista. En la primera, se acondiciona el diente y se toman medidas. En la segunda, se coloca la incrustación. Entre la primera y la segunda visita suele pasar alrededor de una semana, durante la cual el paciente podrá hacer una vida normal.
Sí, pero no es algo que ocurra de manera frecuente. Si se cae una incrustación, debes acudir cuanto antes a tu clínica Abaden. De esta manera, podremos evaluar por qué se ha caído, solucionarlo y evitar que vuelva a ocurrir.
La incrustación dental es un tratamiento que puede durar décadas. Está pensado, por tanto, para durar a largo plazo. De hecho, algunas personas mantienen sus incrustaciones de por vida.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, para que esto suceda, es fundamental mantener una buena higiene, acudir a revisiones con el dentista entre una y dos veces al año y realizarse una limpieza bucodental al menos una vez al año.
Como no podía ser de otra manera, la respuesta es: depende. Y es que, no hay un tratamiento que sea mejor que el otro en términos absolutos.
El hecho de que un tratamiento sea mejor depende del caso de cada paciente. Esto se debe a que las incrustaciones y las coronas están indicadas en diferentes casos.
Por ejemplo, una incrustación sirve para las piezas dentales que han sufrido una pérdida moderada de su estructura.
En cambio, cuando el daño es muy grande, será necesario recurrir a una corona. Esto se debe a que la corona puede proteger la pieza dental. Es decir, se coloca sobre ella para evitar que se siga deteriorando.
En nuestras clínicas ofrecemos soluciones de financiación flexibles, cómodas y adaptadas a tu presupuesto, para ayudarte a conseguir el tratamiento dental que necesitas.
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